Paul Hacket y los demonios del So-Ho
Es una lástima que este camaleón que es Scorsese se vea tan incomprendido (a pesar de ese Oscar, tardío e insuficiente), demostrando que a Hollywood, a líneas generales, se le puede aplicar aquello que Allen decía en Annie Hall sobre California (Hollywood no tira la basura, la convierte en ¿cine?)... Esta vez un Marty aún joven para este mundillo, hace género, algo sólo al alcance de unos pocos, pero por desgracia, dada esa lacra de la comedia como género menor en cualquiera de sus maneras, y unida ésta a que sólo se ha hecho caso de verdad al Scorsese de mafias, nos encontramos con un despliegue de ingenio y de saber hacer que en general es visto como una buena cinta y nada más... La edad de la inocencia, Gangs of New York o La última tentación de Cristo viven, salvando las distancias, esta suerte de injusticia.
El inolvidable Paul Hacket y su laberinto neoyorkino de infortunios entre artistillas, rateros y demás almas excéntricas, desorientadas y, en cierto modo, diabólicas por ofrecer una primera impresión amable y descubrir su desequilibrio poco después, dan lugar a una trama espectacularmente trazada desde su guión original (la tesis de Minion)hasta la puesta ante la cámara... Todo fluye, ágil, a golpes, sin dar tiempo a salir de la historia pero a la vez logrando que el espectador mire a Hacket con cierta distancia, para que no sea la vivencia tan insoportable como lo es, de hecho, para él... Sin embargo, como pasa con las películas de este calibre, uno la ve por enésima vez y desea profundamente que el personaje de Dunne no de un solo paso hacia el So-Ho... Demasiado tarde: la magia comienza de nuevo y nuestro improvisado Ulises se embarca otra vez en una caída al vacío que irá demacrándolo a todos los niveles.
El humor de esta película 100% hijo de su director, atroz, lo es más curiosamente porque las situaciones en que se produce no permiten una risa que no sea de desesperación... Ironía ante lo absurdo sin tregua.
El elenco en estado de gracia se ve hilado por un tremendo Griffin Dunne que asume como nadie a ese oficinista apagado que de repente sufre un cortocircuito... Soberbia la progresiva pérdida de las maneras, la salida paulatina de su mundo para sobrevivir en un espacio inmenso que no obstante Scorsese y su equipo se encargan de convertir en escenario claustrofóbico, elíptico, de caminos tan circulares como la propia dinámica de la película; su estética recuerda por momentos, con esa "niebla" que emerge del asfalto, al apocalíptico paisaje de la infernalmente lírica Blade Runner (1982).
Perfecta para cualquier momento, divierte terriblemente y hace del cine una experiencia única a partes iguales... ¿La comedia un género menor? en manos de Scorsese, de Allen, de los Coen o los Python entre "algunos" otros (tampoco muchos), la comedia alcanza su cenit.
Es una lástima que este camaleón que es Scorsese se vea tan incomprendido (a pesar de ese Oscar, tardío e insuficiente), demostrando que a Hollywood, a líneas generales, se le puede aplicar aquello que Allen decía en Annie Hall sobre California (Hollywood no tira la basura, la convierte en ¿cine?)... Esta vez un Marty aún joven para este mundillo, hace género, algo sólo al alcance de unos pocos, pero por desgracia, dada esa lacra de la comedia como género menor en cualquiera de sus maneras, y unida ésta a que sólo se ha hecho caso de verdad al Scorsese de mafias, nos encontramos con un despliegue de ingenio y de saber hacer que en general es visto como una buena cinta y nada más... La edad de la inocencia, Gangs of New York o La última tentación de Cristo viven, salvando las distancias, esta suerte de injusticia.
El inolvidable Paul Hacket y su laberinto neoyorkino de infortunios entre artistillas, rateros y demás almas excéntricas, desorientadas y, en cierto modo, diabólicas por ofrecer una primera impresión amable y descubrir su desequilibrio poco después, dan lugar a una trama espectacularmente trazada desde su guión original (la tesis de Minion)hasta la puesta ante la cámara... Todo fluye, ágil, a golpes, sin dar tiempo a salir de la historia pero a la vez logrando que el espectador mire a Hacket con cierta distancia, para que no sea la vivencia tan insoportable como lo es, de hecho, para él... Sin embargo, como pasa con las películas de este calibre, uno la ve por enésima vez y desea profundamente que el personaje de Dunne no de un solo paso hacia el So-Ho... Demasiado tarde: la magia comienza de nuevo y nuestro improvisado Ulises se embarca otra vez en una caída al vacío que irá demacrándolo a todos los niveles.
El humor de esta película 100% hijo de su director, atroz, lo es más curiosamente porque las situaciones en que se produce no permiten una risa que no sea de desesperación... Ironía ante lo absurdo sin tregua.
El elenco en estado de gracia se ve hilado por un tremendo Griffin Dunne que asume como nadie a ese oficinista apagado que de repente sufre un cortocircuito... Soberbia la progresiva pérdida de las maneras, la salida paulatina de su mundo para sobrevivir en un espacio inmenso que no obstante Scorsese y su equipo se encargan de convertir en escenario claustrofóbico, elíptico, de caminos tan circulares como la propia dinámica de la película; su estética recuerda por momentos, con esa "niebla" que emerge del asfalto, al apocalíptico paisaje de la infernalmente lírica Blade Runner (1982).
Perfecta para cualquier momento, divierte terriblemente y hace del cine una experiencia única a partes iguales... ¿La comedia un género menor? en manos de Scorsese, de Allen, de los Coen o los Python entre "algunos" otros (tampoco muchos), la comedia alcanza su cenit.